Nuevas armas del Estado Policial
Comisión de Seguridad Ciudadana aprobó en general proyecto que fortalece el resguardo del orden público
Publicado el 22 de diciembre del 2011
En la oportunidad, el Ministro Hinzpeter recordó algunos de los puntos centrales de la iniciativa, que comenzaría a ser votada en particular en la primera semana de enero.
Con la presencia del Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, la Comisión de Seguridad Ciudadana de la Cámara de Diputados, que preside la diputada Marcela Sabat (RN), aprobó por siete votos a favor, cinco en contra y una abstención el proyecto del Ejecutivo (boletín 7975) que fortalece el resguardo del orden público.
El Ejecutivo destacó la importancia de la iniciativa e indicó que sus objetivos principales son sancionar efectivamente a quienes cometen delitos encapuchados; proteger a los pequeños y medianos comerciantes, que ven sus locales saqueados; y castigar a quienes con violencia comenten un conjunto de conductas que alteran la paz social e impiden a muchos compatriotas vivir con tranquilidad.
En la oportunidad, algunos diputados también aprovecharon de fundamentar su voto, replicando posiciones ya manifestadas en sesiones anteriores. En el oficialismo el apoyo a la iniciativa fue bajo la premisa que la normativa es necesaria y que, incluso, existe un atraso en este tema en el país.
En el sector opositor se estimó que el proyecto presenta ciertos elementos que pueden ser peligrosos y se cuestionó el fondo de la necesidad de hacer una reforma a la Ley Penal cuando el problema radica en la identificación de los hechores. En este sentido, se postuló la necesidad de fomentar un mejor trabajo de identificación por parte de las policías.
Proyecto
La iniciativa aprobada aclara la aplicabilidad de la disposición a los ataques en contra de los integrantes de las Fuerzas de Orden y Seguridad y a los funcionarios de Gendarmería de Chile que se encontraren en el ejercicio de sus funciones; elimina las multas como penas facultativas para los delitos comprendidos en la disposición y distingue, entre la gravedad de las distintas hipótesis, para asignar la respectiva pena privativa de libertad.
Junto con ello, se incluye una remisión a la Ley N° 17.798, sobre control de armas, para efectos de determinar si el ataque contra la autoridad se ha producido a mano armada. Finalmente, establece que las penas se impondrán siempre que el atentado contra la autoridad no constituya un delito al que la ley le asigne una pena mayor, caso en el cual se aplicará únicamente ésta.
La normativa reemplaza el tipo penal del delito de desórdenes públicos, contenido en el artículo 269 del Código Penal, por una nueva figura que sanciona con una pena de presidio menor en su grado medio, esto es, de 541 días a 3 años, a los que participen o hayan incitado, promovido o fomentado, desórdenes o cualquier otro acto de fuerza o violencia que implique: paralizar o interrumpir algún servicio público, tales como los hospitalarios, los de emergencia y los de electricidad, combustibles, agua potable, comunicaciones o transporte; invadir, ocupar o saquear viviendas, oficinas, establecimientos comerciales, industriales, educacionales, religiosos o cualquiera otro, sean privados, fiscales o municipales; impedir o alterar la libre circulación de las personas o vehículos por puentes, calles, caminos u otros bienes de uso público semejantes; atentar en contra de la autoridad o sus agentes; emplear armas de fuego, cortantes o punzantes, artefactos o elementos explosivos, incendiarios o químicos u otros capaces de producir daños a las personas o a la propiedad; o causar daños a la propiedad ajena, sea pública, municipal o particular.
Junto con lo anterior, se establece que la pena se impondrá sin perjuicio de la que, en su caso, corresponda aplicar además a los responsables por su intervención en los daños, incendio, atentados, robo, infracciones a la Ley sobre Control de Armas y, en general, cualquier otro delito que se cometa con motivo u ocasión de los desórdenes o de los actos de fuerza o violencia.
Se introduce como novedad en el sistema, la sanción de presidio menor en su grado medio, esto es, de 541 días a 3 años, al que impidiere o dificultare la actuación del personal de los Cuerpos de Bomberos u otros servicios de utilidad pública, destinadas a prestar auxilio en un siniestro u otra calamidad o desgracia que constituya peligro para la seguridad de las personas.
En la misma línea, se establece que respecto de los delitos de atentados contra la autoridad, atentados y amenazas contra los fiscales del Ministerio Público y defensores penales públicos y desórdenes públicos se impondrá en su máximo (si consta de una escala) o bien no se aplicará el grado mínimo, si ella constare de dos o más grados, a los responsables que actuaren con el rostro cubierto o utilizando cualquier otro elemento que impida, dificulte o retarde la identificación del autor.
Finalmente, entre otras materias, el proyecto agrega dentro de las actuaciones de las policía sin orden previa, contenidas en el artículo 83 del Código Procesal Penal, una nueva letra f) que permite a las fuerzas de Orden y Seguridad consignar la existencia y ubicación de fotografías, filmaciones, grabaciones y, en general, toda reproducción de imágenes, voces o sonidos que se hayan tomado, captado o registrado y que sean conducentes para esclarecer los hechos que constituyan o puedan constituir delito y obtener su entrega voluntaria o una copia de las mismas.
LA REBELION ENCAPUCHADA
Les dejamos esta columna, del historiador Igor Goicovich y profesor de hostoria de la USACH, tocando uno de sus temas de estudio: la violencia política.—–En cada ocasión que los estudiantes y las organizaciones populares se movilizan en el espacio público, los medios de comunicación al servicio de las clases dominantes chillan al unísono: ¡Violencia! Se suceden las imágenes de jóvenes encapuchados que levantan barricadas, arrojan piedras sobre la fuerza pública y destruyen parte del equipamiento urbano. Los conductores de televisión, los reporteros en la calle y una variada gama de opinólogos condenan rápidamente los hechos. Se suceden sin ningún rigor conceptual anatemas tales como: “Violentistas”, “terroristas”, “anarquistas”, “lumpen”, “delincuentes”, etc. Pero nadie, no obstante, se ha preocupado de analizar de manera rigurosa las causas que precipitan la comisión de los actos violentos y mucho menos se ha intentado explicar el profundo trasfondo político que subyace a este tipo de protesta.
Quienes protagonizan este tipo de manifestaciones son personas (mayoritariamente jóvenes populares), profundamente molestas con el sistema de dominación de clase existente actualmente en el país. Están molestos con el modelo económico que los explota a ellos, a sus hermanos o sus padres; están molestos con la estructura inequitativa de la sociedad que condena a una parte importante de la población a la miseria o al endeudamiento crónico; están molestos con la represión policial, que golpea cotidianamente sus poblaciones; están molestos con el imaginario simbólico que recrea un mundo de fantasía que sólo se encuentra disponible para unos pocos privilegiados. Existe un largo acumulado de tensiones, frustraciones y desencantos que se han venido acentuando y que, hoy día, en el marco de las movilizaciones sociales (estudiantiles, medioambientales, indígenas y recientemente de trabajadores), se expresan como rebeldía popular.
Se trata de una rebelión espontánea, en la cual no se visibiliza con claridad ningún tipo de centralidad ideológica. No, a lo menos, como se observó en América Latina y Chile entre las décadas de 1960 y 1980. Tampoco se pude negar la existencia de organizaciones sociales y políticas que se reconocen en núcleos ideológicos, como el anarquismo o el marxismo, que participan activamente en los enfrentamientos callejeros. Pero, a mi juicio, estas organizaciones no poseen hoy día un control efectivo sobre dicho enfrentamiento. Es más, una parte de las acciones violentas que se han podido observar recientemente carecen de conducción política y de orientación ideológica: Por ejemplo, los ataques a pequeños establecimientos comerciales y el saqueo de colegios en la periferia urbana. No obstante, en estas acciones, así como en los ataques contra los grandes supermercados, las cadenas de farmacias, las instituciones financieras o los centros comerciales, existe un denominador común: La rabia. De ahí que estas acciones continúen expresando el profundo descontento social que la inequidad ha venido construyendo.
Es más, la espontaneidad de las acciones violentas remite, incluso, a la forma escasamente estructurada que poseen los ataques contra los dispositivos represivos del Estado. La masa arremete contra carabineros sin planificación operativa alguna y, normalmente, armada sólo con los recursos que provee el medio urbano (piedras y adoquines). Por lo mismo, se puede caracterizar como una violencia de baja intensidad. Particularmente si la ponemos en relación con los conflictos sociales y políticos que se viven actualmente en Colombia, México o Brasil.
Cabe señalar que este tipo de manifestaciones no son en absoluto novedosas. Por el contrario, a partir de la segunda mitad del siglo XIX se hicieron particularmente recurrentes. Cada vez que se producía una crisis económica que afectaba a la subsistencia de las clases populares o en cada oportunidad en que la legitimidad del régimen político experimentó un importante grado de deterioro, la furia popular irrumpió en el espacio público. Sólo por mencionar algunos hitos emblemáticos podemos referir, el motín de los tranvías de 1888, la huelga de la carne de 1905, el motín urbano de abril de 1957 y las protestas populares contra la Dictadura Militar del ciclo 1983-1987. En todas esas ocasiones, y en muchas más que podríamos enumerar, los manifestantes saquearon o intentaron saquear los establecimientos comerciales de la burguesía, atacaron tanto la sede de gobierno como los palacios señoriales en los cuales se regocijaba y ostentaba impúdicamente su riqueza la oligarquía, se enfrentaron con las fuerzas represivas del Estado y destruyeron parte del equipamiento u ornamentación pública. En todas esas oportunidades, además, la represión, al igual que hoy, actuó con particular saña y alevosía. Es importante señalar que en este tipo de manifestaciones siempre los muertos se encuentran en las filas de los que protestan; no de quienes reprimen. Por el contrario, quienes históricamente han masacrado al pueblo han recibió premios y ascensos; como fue el caso de Roberto Silva Renard, el general responsable de la matanza de la Escuela Domingo Santa María de Iquique en 1907. Mientras que hoy día los crímenes alevosos, como el de Manuel Gutiérrez, son calificados como “violencia innecesaria causando la muerte”, lo cual supone para el criminal, en el peor de los casos, una condena de tres años de prisión.
En el contexto de esta asimetría de fuerzas y de recursos los medios de comunicación al servicio de la burguesía cumplen la tarea de criminalizar la protesta popular. Pero lo que sucede hoy día con los medios de comunicación no es muy diferente de lo que ocurría a comienzos del siglo XX, en el contexto de la emergencia de la llamada “cuestión social”. Efectivamente, las protestas obreras, que demandaban mejores condiciones laborales y de vida, no sólo eran violentamente reprimidas; también eran criminalizadas. Quienes protestaban eran “enemigos de la patria, de la propiedad y de la religión”. Hoy, como ayer, existe un control monopólico sobre los principales medios de comunicación; tanto impresos (El Mercurio y COPESA), como en radio y televisión. Ello hace que la línea editorial referida a la conflictividad social se uniforme: Las demandas son “desmedidas”, los estudiantes son “intransigentes”, las propuestas están “ideologizadas”, etc. Luego, ante la imposibilidad de invisibilizar la protesta, se instala el discurso homogenizador en torno a las formas correctas de movilizarse: Lo lúdico, lo festivo, lo carnavalesco. Y, de la misma manera, se encuadra el “sentido” de la manifestación: Que sea autorizada, que se desarrolle donde las autoridades quieren, que programáticamente se ajuste a lo que el sistema puede ofrecer y que se autoregule en su trayectoria y desarrollo. En consecuencia, toda manifestación que rompa con las “formas políticamente correctas de expresarse” es rápidamente anatemizada y criminalizada. No obstante, lo que más llama la atención es esta verdadera ausencia de profesionalismo o rigor de los periodistas adscritos a estas cadenas, que no sólo no hacen su pega, sino que se convierten más bien en espurios portavoces del gobierno o de los patrones. A ese efecto habría que destacar que situaciones de violencia “estructural”, como la desigual distribución de la riqueza, la explotación laboral, la expoliación comercial de las grandes cadenas de retail o la usurpación y represión de que han sido objeto históricamente los mapuche, o no concitan el interés periodístico o son rotuladas con eufemismos. Por ejemplo, estos medios jamás han hablado en el caso de Manuel Gutiérrez de asesinato o de alevosía. Se han referido a su deceso como “la muerte del joven poblador”; como si se hubiese muerto en su cama de causas naturales. Pero si han enfatizado en el arrepentimiento que habría mostrado el carabinero que lo mató. Estas violencias estructurales son, sin lugar a dudas, un factor clave en el desencadenamiento de las violencias reactivas que protagonizan los jóvenes populares.
Otro aspecto particularmente preocupante es la configuración de un escenario de enfrentamiento “horizontal” entre quienes participan de las manifestaciones populares. Al respecto creo que es necesario considerar dos situaciones. Por una parte, se puede observar un importante grado segmentación social entre quienes protestan. Efectivamente, una parte de los estudiantes adscritos a las carreras profesionales aparentemente más exitosas (medicina, ingenierías, derecho, etc.), provienen de estratos socioeconómicos más acomodados o dotados de un mayor “capital cultural”. Estos estudiantes universitarios se refieren a los jóvenes no universitarios (secundarios y subocupados), como: “flaites”, “sopaipillas”, “lumpen”, etc., reproduciendo, de esta forma, el discurso estigmatizador y criminalizador del gobierno y los patrones. Luego, encuadrados en el discurso de la “manifestación políticamente correcta”, se pueden llegar a convertir en delatores (cuando señalan a sus compañeros a la policía), o en agentes directos de la represión (cuando detienen y entregan a la misma policía a estos compañeros). Hay mucha irresponsabilidad en el gobierno, en los medios de comunicación e incluso entre algunos dirigentes sociales, cuando impelen a estas personas a enfrentarse con los manifestantes encapuchados. El día de mañana si se llega a producir un enfrentamiento fatal la responsabilidad política estará entre quienes incitan al conflicto fratricida.
Otra línea de interpretación remite a los dos fundamentos constitutivos de la sociedad de clase en Chile: El orden público y la propiedad. Si debemos reconocerle un mérito a la oligarquía primero y la burguesía después, fue haber elevado estos dos principios a la condición de valores naturales; alcanzado incluso un importante nivel de transversalización social. Muchos creen, hoy día, que tienen algo que perder: Un auto, un pequeño negocio, la casa. Y lo meritorio del sistema fue haber instalado en este sector de la sociedad que la amenaza la constituye el “otro” desprovisto o precarizado. De aquí surge el viejo y reiterado discurso fascistoide de la “mano dura”. Cualquier amenaza a la propiedad deviene en amenaza al orden público. En consecuencia el recurso a la represión se valida ampliamente.
En este contexto la violencia encapuchada se convierte, también, en una rebelión simbólica y cultural. Es la rebelión contra todas las formas inveteradas que ha asumido la subordinación; es el rechazo al “mandé patrón”, “como usted diga jefe”, “perdone mi cabo”. El encapuchamiento rompe con toda forma de subordinación y en cuanto ruptura constituye una disonancia no sólo para el Estado y los patrones, sino que, también, para quienes han internalizado el discurso oficial. No obstante encapucharse es un acto político, en cuanto expresa la voluntad de rebelión frente a las condiciones estructurales de la violencia (económica, social y política) y, por otro lado, es un gesto de desafío frente a la pusilanimidad con la cual se ha hecho política en Chile.
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Nuevas armas del Estado Policial
Comisión de Seguridad Ciudadana aprobó en general proyecto que fortalece el resguardo del orden público
Publicado el 22 de diciembre del 2011
En la oportunidad, el Ministro Hinzpeter recordó algunos de los puntos centrales de la iniciativa, que comenzaría a ser votada en particular en la primera semana de enero.
Con la presencia del Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, la Comisión de Seguridad Ciudadana de la Cámara de Diputados, que preside la diputada Marcela Sabat (RN), aprobó por siete votos a favor, cinco en contra y una abstención el proyecto del Ejecutivo (boletín 7975) que fortalece el resguardo del orden público.
El Ejecutivo destacó la importancia de la iniciativa e indicó que sus objetivos principales son sancionar efectivamente a quienes cometen delitos encapuchados; proteger a los pequeños y medianos comerciantes, que ven sus locales saqueados; y castigar a quienes con violencia comenten un conjunto de conductas que alteran la paz social e impiden a muchos compatriotas vivir con tranquilidad.
En la oportunidad, algunos diputados también aprovecharon de fundamentar su voto, replicando posiciones ya manifestadas en sesiones anteriores. En el oficialismo el apoyo a la iniciativa fue bajo la premisa que la normativa es necesaria y que, incluso, existe un atraso en este tema en el país.
En el sector opositor se estimó que el proyecto presenta ciertos elementos que pueden ser peligrosos y se cuestionó el fondo de la necesidad de hacer una reforma a la Ley Penal cuando el problema radica en la identificación de los hechores. En este sentido, se postuló la necesidad de fomentar un mejor trabajo de identificación por parte de las policías.
Proyecto
La iniciativa aprobada aclara la aplicabilidad de la disposición a los ataques en contra de los integrantes de las Fuerzas de Orden y Seguridad y a los funcionarios de Gendarmería de Chile que se encontraren en el ejercicio de sus funciones; elimina las multas como penas facultativas para los delitos comprendidos en la disposición y distingue, entre la gravedad de las distintas hipótesis, para asignar la respectiva pena privativa de libertad.
Junto con ello, se incluye una remisión a la Ley N° 17.798, sobre control de armas, para efectos de determinar si el ataque contra la autoridad se ha producido a mano armada. Finalmente, establece que las penas se impondrán siempre que el atentado contra la autoridad no constituya un delito al que la ley le asigne una pena mayor, caso en el cual se aplicará únicamente ésta.
La normativa reemplaza el tipo penal del delito de desórdenes públicos, contenido en el artículo 269 del Código Penal, por una nueva figura que sanciona con una pena de presidio menor en su grado medio, esto es, de 541 días a 3 años, a los que participen o hayan incitado, promovido o fomentado, desórdenes o cualquier otro acto de fuerza o violencia que implique: paralizar o interrumpir algún servicio público, tales como los hospitalarios, los de emergencia y los de electricidad, combustibles, agua potable, comunicaciones o transporte; invadir, ocupar o saquear viviendas, oficinas, establecimientos comerciales, industriales, educacionales, religiosos o cualquiera otro, sean privados, fiscales o municipales; impedir o alterar la libre circulación de las personas o vehículos por puentes, calles, caminos u otros bienes de uso público semejantes; atentar en contra de la autoridad o sus agentes; emplear armas de fuego, cortantes o punzantes, artefactos o elementos explosivos, incendiarios o químicos u otros capaces de producir daños a las personas o a la propiedad; o causar daños a la propiedad ajena, sea pública, municipal o particular.
Junto con lo anterior, se establece que la pena se impondrá sin perjuicio de la que, en su caso, corresponda aplicar además a los responsables por su intervención en los daños, incendio, atentados, robo, infracciones a la Ley sobre Control de Armas y, en general, cualquier otro delito que se cometa con motivo u ocasión de los desórdenes o de los actos de fuerza o violencia.
Se introduce como novedad en el sistema, la sanción de presidio menor en su grado medio, esto es, de 541 días a 3 años, al que impidiere o dificultare la actuación del personal de los Cuerpos de Bomberos u otros servicios de utilidad pública, destinadas a prestar auxilio en un siniestro u otra calamidad o desgracia que constituya peligro para la seguridad de las personas.
En la misma línea, se establece que respecto de los delitos de atentados contra la autoridad, atentados y amenazas contra los fiscales del Ministerio Público y defensores penales públicos y desórdenes públicos se impondrá en su máximo (si consta de una escala) o bien no se aplicará el grado mínimo, si ella constare de dos o más grados, a los responsables que actuaren con el rostro cubierto o utilizando cualquier otro elemento que impida, dificulte o retarde la identificación del autor.
Finalmente, entre otras materias, el proyecto agrega dentro de las actuaciones de las policía sin orden previa, contenidas en el artículo 83 del Código Procesal Penal, una nueva letra f) que permite a las fuerzas de Orden y Seguridad consignar la existencia y ubicación de fotografías, filmaciones, grabaciones y, en general, toda reproducción de imágenes, voces o sonidos que se hayan tomado, captado o registrado y que sean conducentes para esclarecer los hechos que constituyan o puedan constituir delito y obtener su entrega voluntaria o una copia de las mismas.
Comisión de Seguridad Ciudadana aprobó en general proyecto que fortalece el resguardo del orden público
Publicado el 22 de diciembre del 2011
En la oportunidad, el Ministro Hinzpeter recordó algunos de los puntos centrales de la iniciativa, que comenzaría a ser votada en particular en la primera semana de enero.
Con la presencia del Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, la Comisión de Seguridad Ciudadana de la Cámara de Diputados, que preside la diputada Marcela Sabat (RN), aprobó por siete votos a favor, cinco en contra y una abstención el proyecto del Ejecutivo (boletín 7975) que fortalece el resguardo del orden público.
El Ejecutivo destacó la importancia de la iniciativa e indicó que sus objetivos principales son sancionar efectivamente a quienes cometen delitos encapuchados; proteger a los pequeños y medianos comerciantes, que ven sus locales saqueados; y castigar a quienes con violencia comenten un conjunto de conductas que alteran la paz social e impiden a muchos compatriotas vivir con tranquilidad.
En la oportunidad, algunos diputados también aprovecharon de fundamentar su voto, replicando posiciones ya manifestadas en sesiones anteriores. En el oficialismo el apoyo a la iniciativa fue bajo la premisa que la normativa es necesaria y que, incluso, existe un atraso en este tema en el país.
En el sector opositor se estimó que el proyecto presenta ciertos elementos que pueden ser peligrosos y se cuestionó el fondo de la necesidad de hacer una reforma a la Ley Penal cuando el problema radica en la identificación de los hechores. En este sentido, se postuló la necesidad de fomentar un mejor trabajo de identificación por parte de las policías.
Proyecto
La iniciativa aprobada aclara la aplicabilidad de la disposición a los ataques en contra de los integrantes de las Fuerzas de Orden y Seguridad y a los funcionarios de Gendarmería de Chile que se encontraren en el ejercicio de sus funciones; elimina las multas como penas facultativas para los delitos comprendidos en la disposición y distingue, entre la gravedad de las distintas hipótesis, para asignar la respectiva pena privativa de libertad.
Junto con ello, se incluye una remisión a la Ley N° 17.798, sobre control de armas, para efectos de determinar si el ataque contra la autoridad se ha producido a mano armada. Finalmente, establece que las penas se impondrán siempre que el atentado contra la autoridad no constituya un delito al que la ley le asigne una pena mayor, caso en el cual se aplicará únicamente ésta.
La normativa reemplaza el tipo penal del delito de desórdenes públicos, contenido en el artículo 269 del Código Penal, por una nueva figura que sanciona con una pena de presidio menor en su grado medio, esto es, de 541 días a 3 años, a los que participen o hayan incitado, promovido o fomentado, desórdenes o cualquier otro acto de fuerza o violencia que implique: paralizar o interrumpir algún servicio público, tales como los hospitalarios, los de emergencia y los de electricidad, combustibles, agua potable, comunicaciones o transporte; invadir, ocupar o saquear viviendas, oficinas, establecimientos comerciales, industriales, educacionales, religiosos o cualquiera otro, sean privados, fiscales o municipales; impedir o alterar la libre circulación de las personas o vehículos por puentes, calles, caminos u otros bienes de uso público semejantes; atentar en contra de la autoridad o sus agentes; emplear armas de fuego, cortantes o punzantes, artefactos o elementos explosivos, incendiarios o químicos u otros capaces de producir daños a las personas o a la propiedad; o causar daños a la propiedad ajena, sea pública, municipal o particular.
Junto con lo anterior, se establece que la pena se impondrá sin perjuicio de la que, en su caso, corresponda aplicar además a los responsables por su intervención en los daños, incendio, atentados, robo, infracciones a la Ley sobre Control de Armas y, en general, cualquier otro delito que se cometa con motivo u ocasión de los desórdenes o de los actos de fuerza o violencia.
Se introduce como novedad en el sistema, la sanción de presidio menor en su grado medio, esto es, de 541 días a 3 años, al que impidiere o dificultare la actuación del personal de los Cuerpos de Bomberos u otros servicios de utilidad pública, destinadas a prestar auxilio en un siniestro u otra calamidad o desgracia que constituya peligro para la seguridad de las personas.
En la misma línea, se establece que respecto de los delitos de atentados contra la autoridad, atentados y amenazas contra los fiscales del Ministerio Público y defensores penales públicos y desórdenes públicos se impondrá en su máximo (si consta de una escala) o bien no se aplicará el grado mínimo, si ella constare de dos o más grados, a los responsables que actuaren con el rostro cubierto o utilizando cualquier otro elemento que impida, dificulte o retarde la identificación del autor.
Finalmente, entre otras materias, el proyecto agrega dentro de las actuaciones de las policía sin orden previa, contenidas en el artículo 83 del Código Procesal Penal, una nueva letra f) que permite a las fuerzas de Orden y Seguridad consignar la existencia y ubicación de fotografías, filmaciones, grabaciones y, en general, toda reproducción de imágenes, voces o sonidos que se hayan tomado, captado o registrado y que sean conducentes para esclarecer los hechos que constituyan o puedan constituir delito y obtener su entrega voluntaria o una copia de las mismas.
LA REBELION ENCAPUCHADA
Les dejamos esta columna, del historiador Igor Goicovich y profesor de hostoria de la USACH, tocando uno de sus temas de estudio: la violencia política.
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En cada ocasión que los estudiantes y las organizaciones populares se movilizan en el espacio público, los medios de comunicación al servicio de las clases dominantes chillan al unísono: ¡Violencia! Se suceden las imágenes de jóvenes encapuchados que levantan barricadas, arrojan piedras sobre la fuerza pública y destruyen parte del equipamiento urbano. Los conductores de televisión, los reporteros en la calle y una variada gama de opinólogos condenan rápidamente los hechos. Se suceden sin ningún rigor conceptual anatemas tales como: “Violentistas”, “terroristas”, “anarquistas”, “lumpen”, “delincuentes”, etc. Pero nadie, no obstante, se ha preocupado de analizar de manera rigurosa las causas que precipitan la comisión de los actos violentos y mucho menos se ha intentado explicar el profundo trasfondo político que subyace a este tipo de protesta.
Quienes protagonizan este tipo de manifestaciones son personas (mayoritariamente jóvenes populares), profundamente molestas con el sistema de dominación de clase existente actualmente en el país. Están molestos con el modelo económico que los explota a ellos, a sus hermanos o sus padres; están molestos con la estructura inequitativa de la sociedad que condena a una parte importante de la población a la miseria o al endeudamiento crónico; están molestos con la represión policial, que golpea cotidianamente sus poblaciones; están molestos con el imaginario simbólico que recrea un mundo de fantasía que sólo se encuentra disponible para unos pocos privilegiados. Existe un largo acumulado de tensiones, frustraciones y desencantos que se han venido acentuando y que, hoy día, en el marco de las movilizaciones sociales (estudiantiles, medioambientales, indígenas y recientemente de trabajadores), se expresan como rebeldía popular.
Se trata de una rebelión espontánea, en la cual no se visibiliza con claridad ningún tipo de centralidad ideológica. No, a lo menos, como se observó en América Latina y Chile entre las décadas de 1960 y 1980. Tampoco se pude negar la existencia de organizaciones sociales y políticas que se reconocen en núcleos ideológicos, como el anarquismo o el marxismo, que participan activamente en los enfrentamientos callejeros. Pero, a mi juicio, estas organizaciones no poseen hoy día un control efectivo sobre dicho enfrentamiento. Es más, una parte de las acciones violentas que se han podido observar recientemente carecen de conducción política y de orientación ideológica: Por ejemplo, los ataques a pequeños establecimientos comerciales y el saqueo de colegios en la periferia urbana. No obstante, en estas acciones, así como en los ataques contra los grandes supermercados, las cadenas de farmacias, las instituciones financieras o los centros comerciales, existe un denominador común: La rabia. De ahí que estas acciones continúen expresando el profundo descontento social que la inequidad ha venido construyendo.
Es más, la espontaneidad de las acciones violentas remite, incluso, a la forma escasamente estructurada que poseen los ataques contra los dispositivos represivos del Estado. La masa arremete contra carabineros sin planificación operativa alguna y, normalmente, armada sólo con los recursos que provee el medio urbano (piedras y adoquines). Por lo mismo, se puede caracterizar como una violencia de baja intensidad. Particularmente si la ponemos en relación con los conflictos sociales y políticos que se viven actualmente en Colombia, México o Brasil.
Cabe señalar que este tipo de manifestaciones no son en absoluto novedosas. Por el contrario, a partir de la segunda mitad del siglo XIX se hicieron particularmente recurrentes. Cada vez que se producía una crisis económica que afectaba a la subsistencia de las clases populares o en cada oportunidad en que la legitimidad del régimen político experimentó un importante grado de deterioro, la furia popular irrumpió en el espacio público. Sólo por mencionar algunos hitos emblemáticos podemos referir, el motín de los tranvías de 1888, la huelga de la carne de 1905, el motín urbano de abril de 1957 y las protestas populares contra la Dictadura Militar del ciclo 1983-1987. En todas esas ocasiones, y en muchas más que podríamos enumerar, los manifestantes saquearon o intentaron saquear los establecimientos comerciales de la burguesía, atacaron tanto la sede de gobierno como los palacios señoriales en los cuales se regocijaba y ostentaba impúdicamente su riqueza la oligarquía, se enfrentaron con las fuerzas represivas del Estado y destruyeron parte del equipamiento u ornamentación pública. En todas esas oportunidades, además, la represión, al igual que hoy, actuó con particular saña y alevosía. Es importante señalar que en este tipo de manifestaciones siempre los muertos se encuentran en las filas de los que protestan; no de quienes reprimen. Por el contrario, quienes históricamente han masacrado al pueblo han recibió premios y ascensos; como fue el caso de Roberto Silva Renard, el general responsable de la matanza de la Escuela Domingo Santa María de Iquique en 1907. Mientras que hoy día los crímenes alevosos, como el de Manuel Gutiérrez, son calificados como “violencia innecesaria causando la muerte”, lo cual supone para el criminal, en el peor de los casos, una condena de tres años de prisión.
En el contexto de esta asimetría de fuerzas y de recursos los medios de comunicación al servicio de la burguesía cumplen la tarea de criminalizar la protesta popular. Pero lo que sucede hoy día con los medios de comunicación no es muy diferente de lo que ocurría a comienzos del siglo XX, en el contexto de la emergencia de la llamada “cuestión social”. Efectivamente, las protestas obreras, que demandaban mejores condiciones laborales y de vida, no sólo eran violentamente reprimidas; también eran criminalizadas. Quienes protestaban eran “enemigos de la patria, de la propiedad y de la religión”. Hoy, como ayer, existe un control monopólico sobre los principales medios de comunicación; tanto impresos (El Mercurio y COPESA), como en radio y televisión. Ello hace que la línea editorial referida a la conflictividad social se uniforme: Las demandas son “desmedidas”, los estudiantes son “intransigentes”, las propuestas están “ideologizadas”, etc. Luego, ante la imposibilidad de invisibilizar la protesta, se instala el discurso homogenizador en torno a las formas correctas de movilizarse: Lo lúdico, lo festivo, lo carnavalesco. Y, de la misma manera, se encuadra el “sentido” de la manifestación: Que sea autorizada, que se desarrolle donde las autoridades quieren, que programáticamente se ajuste a lo que el sistema puede ofrecer y que se autoregule en su trayectoria y desarrollo. En consecuencia, toda manifestación que rompa con las “formas políticamente correctas de expresarse” es rápidamente anatemizada y criminalizada. No obstante, lo que más llama la atención es esta verdadera ausencia de profesionalismo o rigor de los periodistas adscritos a estas cadenas, que no sólo no hacen su pega, sino que se convierten más bien en espurios portavoces del gobierno o de los patrones. A ese efecto habría que destacar que situaciones de violencia “estructural”, como la desigual distribución de la riqueza, la explotación laboral, la expoliación comercial de las grandes cadenas de retail o la usurpación y represión de que han sido objeto históricamente los mapuche, o no concitan el interés periodístico o son rotuladas con eufemismos. Por ejemplo, estos medios jamás han hablado en el caso de Manuel Gutiérrez de asesinato o de alevosía. Se han referido a su deceso como “la muerte del joven poblador”; como si se hubiese muerto en su cama de causas naturales. Pero si han enfatizado en el arrepentimiento que habría mostrado el carabinero que lo mató. Estas violencias estructurales son, sin lugar a dudas, un factor clave en el desencadenamiento de las violencias reactivas que protagonizan los jóvenes populares.
Otro aspecto particularmente preocupante es la configuración de un escenario de enfrentamiento “horizontal” entre quienes participan de las manifestaciones populares. Al respecto creo que es necesario considerar dos situaciones. Por una parte, se puede observar un importante grado segmentación social entre quienes protestan. Efectivamente, una parte de los estudiantes adscritos a las carreras profesionales aparentemente más exitosas (medicina, ingenierías, derecho, etc.), provienen de estratos socioeconómicos más acomodados o dotados de un mayor “capital cultural”. Estos estudiantes universitarios se refieren a los jóvenes no universitarios (secundarios y subocupados), como: “flaites”, “sopaipillas”, “lumpen”, etc., reproduciendo, de esta forma, el discurso estigmatizador y criminalizador del gobierno y los patrones. Luego, encuadrados en el discurso de la “manifestación políticamente correcta”, se pueden llegar a convertir en delatores (cuando señalan a sus compañeros a la policía), o en agentes directos de la represión (cuando detienen y entregan a la misma policía a estos compañeros). Hay mucha irresponsabilidad en el gobierno, en los medios de comunicación e incluso entre algunos dirigentes sociales, cuando impelen a estas personas a enfrentarse con los manifestantes encapuchados. El día de mañana si se llega a producir un enfrentamiento fatal la responsabilidad política estará entre quienes incitan al conflicto fratricida.
Otra línea de interpretación remite a los dos fundamentos constitutivos de la sociedad de clase en Chile: El orden público y la propiedad. Si debemos reconocerle un mérito a la oligarquía primero y la burguesía después, fue haber elevado estos dos principios a la condición de valores naturales; alcanzado incluso un importante nivel de transversalización social. Muchos creen, hoy día, que tienen algo que perder: Un auto, un pequeño negocio, la casa. Y lo meritorio del sistema fue haber instalado en este sector de la sociedad que la amenaza la constituye el “otro” desprovisto o precarizado. De aquí surge el viejo y reiterado discurso fascistoide de la “mano dura”. Cualquier amenaza a la propiedad deviene en amenaza al orden público. En consecuencia el recurso a la represión se valida ampliamente.
En este contexto la violencia encapuchada se convierte, también, en una rebelión simbólica y cultural. Es la rebelión contra todas las formas inveteradas que ha asumido la subordinación; es el rechazo al “mandé patrón”, “como usted diga jefe”, “perdone mi cabo”. El encapuchamiento rompe con toda forma de subordinación y en cuanto ruptura constituye una disonancia no sólo para el Estado y los patrones, sino que, también, para quienes han internalizado el discurso oficial. No obstante encapucharse es un acto político, en cuanto expresa la voluntad de rebelión frente a las condiciones estructurales de la violencia (económica, social y política) y, por otro lado, es un gesto de desafío frente a la pusilanimidad con la cual se ha hecho política en Chile.
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CHAVEZ, EVO Y OBAMA (primera parte)
Hago un alto en las tareas que ocupan la totalidad de mi tiempo en estos días, para dedicar unas palabras a la singular oportunidad que ofrece para la ciencia política el sexagésimo sexto período de la Asamblea General de Naciones Unidas.
El acontecimiento anual demanda un singular esfuerzo de los que asumen las más altas responsabilidades políticas en muchos países. Para estos, constituye una dura prueba; para los aficionados a ese arte, que no son pocos ya que a todos afecta vitalmente, resulta difícil sustraerse a la tentación de observar el interminable pero instructivo espectáculo.
Existen, en primer lugar, infinidad de temas peliagudos y conflictos de intereses. Para gran número de los participantes es necesario tomar posición sobre hechos que constituyen flagrantes violaciones de principios. Por ejemplo: ¿qué posición adoptar sobre el genocidio de la OTAN en Libia? ¿Desea alguien dejar constancia de que bajo su dirección el gobierno de su país apoyó el monstruoso crimen realizado por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, cuyos sofisticados aviones de combate, con o sin piloto, llevaron a cabo más de veinte mil misiones de ataque contra un pequeño Estado del Tercer Mundo que cuenta apenas con seis millones de habitantes, alegando las mismas razones que ayer se utilizaron para atacar e invadir Serbia, Irak, Afganistán y hoy amenazan con hacerlo en Siria o cualquier otro país del mundo?
¿No fue precisamente el Gobierno del Estado anfitrión de la ONU quien ordenó la carnicería de Vietnam, Laos y Cambodia, el ataque mercenario de Bahía de Cochinos en Cuba, la invasión de Santo Domingo, la “Guerra Sucia” en Nicaragua, la ocupación de Granada y Panamá por las fuerzas militares de Estados Unidos y la masacre de panameños en El Chorrillo? ¿Quién promovió los golpes militares y los genocidios en Chile, Argentina y Uruguay, que costaron decenas de miles de muertos y desaparecidos? No hablo de cosas ocurridas hace 500 años, cuando los españoles iniciaron el genocidio en América, o hace 200 cuando los yanquis exterminaban indios en Estados Unidos o esclavizaban africanos, a pesar de que “todos los hombres nacen libres e iguales” como decía la Declaración de Philadelphia. Hablo de hechos ocurridos en las últimas décadas y que están ocurriendo hoy.
Estos hechos no pueden dejar de recordarse y repetirse cuando tiene lugar un acontecimiento de la importancia y el relieve de la reunión que se realiza en la Organización de Naciones Unidas, donde se pone a prueba la entereza política y la ética de los gobiernos.
Muchos de ellos representan a países pequeños y pobres necesitados de apoyo y cooperación internacional, tecnología, mercados y créditos, que las potencias capitalistas desarrolladas han manejado a su antojo.
A pesar del monopolio desvergonzado de los medios masivos de información y los métodos fascistas de Estados Unidos y sus aliados para confundir y engañar a la opinión mundial, la resistencia de los pueblos crece, y eso puede apreciarse en los debates que se están produciendo en Naciones Unidas.
No pocos líderes del Tercer Mundo, pese a los obstáculos y las contradicciones indicadas, han expuesto con valentía sus ideas. Las propias voces que emanan de los gobiernos de América Latina y el Caribe no contienen ya el acento lacayuno y bochornoso de la OEA, que caracterizó a los pronunciamientos de los Jefes de Estados en décadas pasadas. Dos de ellos se han dirigido a ese foro; ambos, el presidente bolivariano Hugo Chávez, mezcla de las razas que integran al pueblo de Venezuela y Evo Morales, de pura estirpe indígena milenaria, vertieron sus conceptos en esa reunión, uno a través de un mensaje y el otro a viva voz, respondiendo al discurso del Presidente yanki.
Telesur transmitió los tres pronunciamientos. Gracias a eso pudimos conocer desde la noche del martes 20 el mensaje del Presidente Chávez, leído detenidamente por Walter Martínez en su programa Dossier. Obama pronunció su discurso la mañana del miércoles como Jefe de Estado del país anfitrión de la ONU, y Evo pronunció el suyo en las primeras horas de la tarde de ese propio día. En aras de la brevedad tomaré párrafos esenciales de cada texto.
Chávez no pudo asistir personalmente a la cumbre de Naciones Unidas, tras 12 años de lucha sin descanso un solo día que puso en riesgo su vida y afectó su salud y hoy lucha abnegadamente por su plena recuperación. Era difícil sin embargo que su mensaje valiente no abordara el tema más álgido de la histórica reunión. Lo transcribo casi íntegramente:
“Dirijo estas palabras a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, […] para ratificar, en este día y en este escenario, el total apoyo de Venezuela al reconocimiento del Estado palestino: al derecho de Palestina a convertirse en un país libre, soberano e independiente. Se trata de un acto de justicia histórico con un pueblo que lleva en sí, desde siempre, todo el dolor y el sufrimiento del mundo.
“El gran filósofo francés Gilles Deleuze, […] dice con el acento de la verdad: “La causa palestina es ante todo el conjunto de injusticias que este pueblo ha padecido y sigue padeciendo.” Y también es, me atrevo agregar, una permanente e indoblegable voluntad de resistencia que ya está inscrita en la memoria heroica de la condición humana. […] Mahmud Darwish, voz infinita de la Palestina posible, nos habla desde el sentimiento y la conciencia de este amor: ‘No necesitamos el recuerdo/ porque en nosotros está el Monte Carmelo/ y en nuestros párpados está la hierba de Galilea./ No digas: ¡si corriésemos hacia mi país como el río!/ ¡No lo digas!/ Porque estamos en la carne de nuestro país/ y él está en nosotros.’
“Contra quienes sostienen, falazmente que lo ocurrido al pueblo palestino no es un genocidio, el mismo Deleuze sostiene con implacable lucidez: ‘En todos los casos se trata de hacer como si el pueblo palestino no solamente no debiera existir, sino que no hubiera existido nunca. Es, cómo decirlo, el grado cero del genocidio: decretar que un pueblo no existe; negarle el derecho a la existencia’.”
“…la resolución del conflicto del Medio Oriente pasa, necesariamente, por hacerle justicia al pueblo palestino; este es el único camino para conquistar la paz.
“Duele e indigna que quienes padecieron uno de los peores genocidios de la historia, se hayan convertido en verdugos del pueblo palestino; duele e indigna que la herencia del Holocausto sea la Nakba. E indigna, a secas, que el sionismo siga haciendo uso del chantaje del antisemitismo contra quienes se oponen a sus atropellos y a sus crímenes. Israel ha instrumentalizado e instrumentaliza, con descaro y vileza, la memoria de las víctimas. Y lo hace para actuar, con total impunidad, contra Palestina. De paso, no es ocioso precisar que el antisemitismo es una miseria occidental, europea, de la que no participan los árabes. No olvidemos, además, que es el pueblo semita palestino el que padece la limpieza étnica practicada por el Estado colonialista israelí.”
“…una cosa es rechazar al antisemitismo, y otra muy diferente aceptar pasivamente que la barbarie sionista le imponga un régimen de apartheid al pueblo palestino. Desde un punto de vista ético, quien rechaza lo primero, tiene que condenar lo segundo.”
“… el sionismo, como visión del mundo, es absolutamente racista. Las palabras de Golda Meir, en su aterrador cinismo, son prueba fehaciente de ello: ‘¿Cómo vamos a devolver los territorios ocupados? No hay nadie a quien devolverlos. No hay tal cosa llamada palestinos. No era como se piensa que existía un pueblo llamado palestino, que se considera él mismo como palestino y que nosotros llegamos, los echamos y les quitamos su país. Ellos no existían.’”
“Léase y reléase ese documento que se conoce históricamente como Declaración de Balfour del año 1917: el Gobierno británico se arrogaba la potestad de prometer a los judíos un hogar nacional en Palestina, desconociendo deliberadamente la presencia y la voluntad de sus habitantes. Hay que acotar que en Tierra Santa convivieron en paz, durante siglos, cristianos y musulmanes, hasta que el sionismo comenzó a reivindicarla como de su entera y exclusiva propiedad.”
“Al concluir la Segunda Guerra Mundial, se exacerbaría la tragedia del pueblo palestino, consumándose la expulsión de su territorio y, al mismo tiempo, de la historia. En 1947 la ominosa e ilegal resolución 181 de las Naciones Unidas recomienda la partición de Palestina en un Estado judío, un Estado árabe y una zona bajo control internacional (Jerusalén y Belén). Se concedió, […] el 56% del territorio al sionismo para la constitución de su Estado. De hecho, esta resolución violaba el derecho internacional y desconocía flagrantemente la voluntad de las grandes mayorías árabes: el derecho de autodeterminación de los pueblos se convertía en letra muerta.”
“…contra lo que Israel y Estados Unidos pretenden hacerle creer al mundo, a través de las transnacionales de la comunicación, lo que aconteció y sigue aconteciendo en Palestina, digámoslo con Said, no es un conflicto religioso: es un conflicto político, de cuño colonial e imperialista; no es un conflicto milenario sino contemporáneo; no es un conflicto que nació en el Medio Oriente sino en Europa.
“¿Cuál era y cuál sigue siendo el meollo del conflicto?: Se privilegia la discusión y consideración de la seguridad de Israel, y para nada la de Palestina. Así puede corroborarse en la historia reciente: basta con recordar el nuevo episodio genocida desencadenado por Israel a través de la operación ‘Plomo Fundido’ en Gaza.
“La seguridad de Palestina no puede reducirse al simple reconocimiento de un limitado autogobierno y autocontrol policiaco en sus ‘enclaves’ de la ribera occidental del Jordán y en la franja de Gaza, dejando por fuera no solo la creación del Estado palestino, sobre las fronteras anteriores a 1967 y con Jerusalén oriental como su capital, los derechos de sus nacionales y su autodeterminación como pueblo, sino, también, la compensación y consiguiente vuelta a la Patria del 50% de la población palestina que se encuentra dispersa por el mundo entero, tal y como lo establece la resolución 194.
“Es increíble que un país (Israel) que debe su existencia a una resolución de la Asamblea General, pueda ser tan desdeñoso de las resoluciones que emanan de las Naciones Unidas, denunciaba el padre Miguel D’Escoto cuando pedía el cese de la masacre contra el pueblo de Gaza, a finales de 2008 y principios de 2009.”
“Es imposible ignorar la crisis de Naciones Unidas. Ante esta misma Asamblea General sostuvimos, en el año 2005, que el modelo de Naciones Unidas se había agotado. El hecho de que se haya postergado el debate sobre la cuestión palestina, y que se le esté saboteando abiertamente, es una nueva confirmación de ello.
“Desde hace ya varios días Washington viene manifestando que vetará en el Consejo de Seguridad lo que será resolución mayoritaria de la Asamblea General: el reconocimiento de Palestina como miembro pleno de la ONU. Junto a las Naciones hermanas que conforman la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), en la Declaración de reconocimiento del Estado palestino, hemos deplorado, desde ya, que tan justa aspiración pueda ser bloqueada por esta vía. Como sabemos, el imperio, en este y en otros casos, pretende imponer un doble estándar en el escenario mundial: es la doble moral yanqui que viola el derecho internacional en Libia, pero permite que Israel haga lo que le dé la gana, convirtiéndose así en el principal cómplice del genocidio palestino a manos de la barbarie sionista. Recordemos unas palabras de Said que meten el dedo en la llaga: ‘Debido a los intereses de Israel en Estados Unidos, la política de este país en torno a Medio Oriente es, por tanto, israelocéntrica.’”
“Quiero finalizar con la voz de Mahmud Darwish en su memorable poema: ‘Sobre esta tierra hay algo que merece vivir: sobre esta tierra está la señora de la tierra, la madre de los comienzos,/ la madre de los finales. Se llamaba Palestina. Se sigue llamando Palestina./ Señora: yo merezco, porque tú eres mi dama, yo merezco vivir.’”
“Se seguirá llamando Palestina: ¡Palestina vivirá y vencerá! ¡Larga vida a Palestina libre, soberana e independiente!
“Hugo Chávez Frías
“Presidente de la República Bolivariana de Venezuela”.
Cuando la reunión se inició en la mañana siguiente sus palabras estaban ya en el corazón y la mente de las personas allí reunidas.
El líder bolivariano nunca fue enemigo del pueblo judío. Hombre de particular sensibilidad, detestaba profundamente el brutal crimen cometido por los nazis contra niños, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos en los campos de concentración donde también fueron víctimas de atroces crímenes e intento de exterminio los gitanos, que nadie sin embargo recuerda y nunca se mencionan. Igualmente cientos de miles de rusos perecieron en esos campos de exterminio como raza inferior en el concepto racial nazi.
Cuando Chávez regresó a su país, procedente de Cuba, la noche del jueves 22 de septiembre, se refirió con indignación al discurso pronunciado por Barack Obama en las Naciones Unidas. Pocas veces lo escuché hablar con tanto desencanto sobre un líder al que trataba con determinado respeto, como una víctima de la propia historia de la discriminación racial en Estados Unidos. Nunca lo consideró capaz de actuar como lo habría hecho George Bush y conservaba un recuerdo respetuoso de las palabras intercambiadas con él en la reunión de Trinidad y Tobago.
“Ayer estuvimos oyendo un conjunto de discursos, anteayer también, allá en Naciones Unidas, discursos precisos como el de la presidenta Dilma Rousseff; discurso de alto valor ético como el del presidente Evo Morales; un discurso que pudiéramos catalogar como un monumento al cinismo, el discurso del presidente Obama, es un monumento al cinismo que su propia cara delataba, su propia cara era un poema; un hombre llamando a la paz, imagínate tú, Obama llamando a la paz, ¿con qué moral? Un monumento histórico al cinismo el discurso del presidente Obama.
“Discursos precisos, orientadores, estuvimos oyendo: el del presidente Lugo, el de la presidenta argentina, fijando posiciones valientes ante el mundo.”
Cuando se inició la reunión de Nueva York la mañana del miércoles 21 de septiembre, el Presidente de Estados Unidos, –tras las palabras de la Presidenta de Brasil que inició los debates, y después de la presentación de rigor– ocupó el podio e inició su discurso.
“En siete décadas, ―comenzó diciendo― cuando la ONU impidió que hubiese una Tercera Guerra Mundial, seguimos en un mundo marcado por el conflicto y plagado de pobreza; cuando proclamamos nuestro amor por la paz y odio por la guerra, sigue habiendo convulsiones en el mundo que nos ponen a todos en peligro.”
No se sabe cuál sería el momento en que según Obama, la ONU impidió una Tercera Guerra Mundial.
“Asumí el cargo en un momento de dos guerras para Estados Unidos, una guerra contra el extremismo, que nos llevó a la guerra; en primer lugar, Osama Bin Laden y su organización Al-Qaeda seguían libres. Hoy establecimos una nueva dirección, al final de este año las operaciones militares en Iraq van a terminar, vamos a tener relaciones normales con un país soberano, miembro de la comunidad de naciones. Esa alianza se fortalecerá con el fortalecimiento de Iraq, de su fuerza de seguridad, de su gobierno, de su pueblo y también de sus aspiraciones.”
¿De qué país está realmente hablando Obama?
“Al poner fin a la guerra en Iraq, Estados Unidos y sus aliados comenzarán la transición en Afganistán; tenemos un país en Afganistán que puede asumir la responsabilidad del futuro de su país, a medida que lo hacen vamos sacando nuestras propias fuerzas y vamos construyendo una alianza solidaria con el pueblo afgano. No debe haber duda, entonces, de que la ola de la guerra está revirtiéndose.
“Asumí el poder cuando miles de estadounidenses servían en Afganistán y en Iraq, al final de este año ese número va a reducirse a la mitad y seguirá disminuyendo. Esto es fundamental para la soberanía, tanto de Iraq como de Afganistán y también esencial para el fortalecimiento de la ONU y de Estados Unidos, cuando construimos nuestra propia nación; además, estamos saliendo de allí con una posición fuerte. Hace 10 años había una herida abierta y hierros retorcidos, un corazón roto en el centro de esta ciudad; hoy cuando se levanta una nueva torre simboliza la renovación de Nueva York; hoy Al-Qaeda tiene más presiones que nunca, su liderazgo ha sido degradado, Osama Bin Laden, un hombre que mató miles de personas de docenas de países, ya no pondrá en peligro la paz del mundo.”
¿De quién fue aliado Bin Laden, quién realmente lo entrenó y armó para combatir a los soviéticos en Afganistán? No fueron los socialistas, ni los revolucionarios en ninguna parte del mundo.
“Esta década ha sido muy difícil, […] pero hoy estamos en la encrucijada de la historia, con la oportunidad de movernos de manera decisiva hacia la paz, para hacerlo debemos volver a la sabiduría de los que crearon esta institución. Las Naciones Unidas y su Carta, insta a que nos unamos para mantener la paz y la seguridad internacionales.”
¿Quién tiene bases militares en todas partes del mundo, quién es el mayor exportador de armas, quién posee cientos de satélites espías, quién invierte más de un millón de millones de dólares anuales en gastos militares?
“Este año ha sido un momento de grandes transformaciones, más naciones han avanzado para mantener la paz y la seguridad y más individuos están reclamando su derecho a vivir en paz y en libertad.”
Cita luego los casos de Sudán del Sur y Costa de Marfil. No dice que en el primero, las trasnacionales yanquis se lanzaron sobre las reservas petroleras de ese nuevo país, cuyo presidente en esa propia Asamblea de la ONU, dijo que era un recurso valioso, pero agotable y proponía el uso racional y optimo del mismo.
Tampoco expresó Obama que la paz, en Costa de Marfil, fue alcanzada con el apoyo de los soldados colonialistas de un eminente miembro de la belicosa OTAN que acaba de lanzar miles de bombas sobre Libia.
Menciona poco después a Túnez, y atribuye a Estados Unidos el mérito del movimiento popular que derrocó al gobierno de ese país, un aliado del imperialismo.
Más asombroso todavía, Obama pretende ignorar que Estados Unidos fue el responsable de que en Egipto se instalara el gobierno tiránico y corrupto de Hosni Mubarak, que ultrajando los principios de Nasser, se alió al imperialismo, arrebato a su país decenas de miles de millones y tiranizó a ese valeroso pueblo.
“Hace un año, ―afirma Obama― Egipto había tenido un presidente durante casi 30 años. Durante 18 días los ojos del mundo estaban centrados en la plaza Taghir, donde los egipcios de todas las partes de la sociedad, jóvenes, niños, mujeres, hombres, musulmanes y cristianos, demandaban sus derechos universales. Vimos en esos manifestantes la fuerza de no violencia que nos ha llevado de Nueva Delhi a Selma y vimos que el cambio llegó a Egipto y al mundo árabe por medios pacíficos.”
“Día a día frente a las balas y a las armas el pueblo libio no renunció a su libertad, y cuando fueron amenazados por esa atrocidad que hemos visto mucho en los últimos siglos, la ONU respetó su Carta, el Consejo de Seguridad autorizó las medidas necesarias para evitar una masacre en Libia. La Liga Árabe exigió esta intervención, hubo una alianza y una coalición para evitar el avance de las fuerzas de Gaddafi.”
“Ayer los líderes de una nueva Libia tomaron su lugar aquí, con nosotros, y esta semana las Naciones Unidas y Estados Unidos están abriendo su nueva embajada en Trípoli.
“He aquí cómo la comunidad internacional debe funcionar, y debería funcionar: las naciones que se unan para buscar la paz y la seguridad y los individuos que exigen sus derechos.
“Todos nosotros tenemos la responsabilidad de apoyar a la nueva Libia, el nuevo gobierno libio que enfrenta transformar esta promesa en una bendición para todos los libios.”
“El régimen de Gaddafi acabó, Gbagbo, Ben Ali, Mubarak, ya no están en el poder. Osama Bin Laden se ha ido, y la idea de que el cambio solamente puede llegar por la violencia ha sido enterrado junto con él.”
Observen la forma poética con que Obama despacha el asunto de Bin Laden, cualquiera que haya sido la responsabilidad de este antiguo aliado, ejecutado con un disparo en el rostro delante de su esposa y sus hijos, y lanzado al mar desde un portaaviones, ignorando costumbres y tradiciones religiosas de más de mil millones de creyentes y principios jurídicos elementales establecidos por todos los sistemas penales. Tales métodos no conducen ni conducirán jamás a la paz.
“Algo está pasando en nuestro mundo, —prosigue respecto a Libia― la manera como las cosas han sido es como será en el futuro. La mano de la tiranía ha terminado, los tiranos han sido ignorados y el poder lo tiene ahora el pueblo. Los jóvenes rechazan la dictadura, rechazan la mentira de que algunas razas, algunos pueblos, algunas etnias no merecen la democracia.
“La promesa en papel de que todos nacemos libres y con el mismo derecho cada vez está más cerca de ser realidad […] La medida del éxito es si las personas pueden vivir en una libertad, dignidad y seguridad sustentable, y la ONU y sus miembros deben hacer lo necesario para apoyar estas aspiraciones básicas, y tenemos más trabajo que hacer en este sentido.”
De inmediato la emprende contra otro país musulmán donde como es conocido, sus servicios de inteligencia junto a los de Israel, asesinan sistemáticamente a los científicos más destacados de la tecnología militar.
Acto seguido amenaza a Siria, donde la agresividad yanqui puede conducir a una masacre mucho más espantosa que la de Libia: “Hoy, hombres, mujeres y niños han sido asesinados y torturados por el régimen de Siria; miles han sido asesinados, muchos durante el período sagrado del Ramadán; miles han atravesado la frontera de Siria.
“El pueblo sirio ha mostrado dignidad y valentía en su búsqueda de justicia, protestando pacíficamente y muriendo por los mismos valores que esta institución defiende. Ahora bien, la cuestión es sencilla: ¿Vamos a apoyar al pueblo sirio o vamos a apoyar a sus opresores? La ONU ya ha aplicado sanciones a los líderes sirios. Apoyamos la transferencia de poder que responda al deseo del pueblo sirio, y muchos se nos han unido en este esfuerzo; pero por el bien de Siria y la paz y seguridad del mundo debemos hablar con una sola voz: no hay excusa para la acción. Ha llegado el momento para que el Consejo de Seguridad sancione al régimen de Siria y apoye al pueblo sirio.”
¿Ha quedado acaso algún país excluido de las amenazas sangrientas de este ilustre defensor de la seguridad y la paz internacional? ¿Quién concedió a Estados Unidos tales prerrogativas?
“En la región, debemos responder a los llamados por el cambio. En Yemen, mujeres, niñas, hombres se han reunido en las plazas, todos los días, con la esperanza de que su determinación y el derrame de su sangre lleve a un cambio. El pueblo estadounidense apoya esas aspiraciones. Debemos trabajar con los vecinos y los socios en el mundo para buscar un camino que lleve a una transición pacífica del gobierno de Saleh, y que haya elecciones libres y justas lo más pronto posible.
“En Bahrein se han tomado medidas para la reforma en la rendición de cuentas. Estamos contentos con ello, pero se requiere mucho más. Somos amigos de Bahrein, y seguiremos exigiéndoles al gobierno y a los opositores que busquen un diálogo significativo que llegue a cambios pacíficos y cumpla los deseos del pueblo. Creemos que el patriotismo de Bahrein puede ser mayor que el sectarismo que le separa; es difícil, pero se puede lograr.”
No menciona en absoluto que allí se encuentra una de las mayores bases militares de la región y que las transnacionales yanquis controlan y disponen a su antojo de las mayores reservas de petróleo y gas de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes.
“Creemos que cada nación debe tener su propio camino para lograr satisfacer las aspiraciones de los pueblos. No podemos estar de acuerdo con todos aquellos que se expresan políticamente, pero siempre vamos a estar defendiendo los derechos universales que fueron apoyados por esta Asamblea, derechos que dependen de elecciones libres y justas, gobiernos transparentes y que rindan cuentas, respeto por los derechos de las mujeres y las minorías, justicia igual y justa. Eso merece nuestro pueblo. Estos son los elementos de la paz que pueden durar.”
“…Estados Unidos va a seguir apoyando a las naciones que van hacia la democracia con mayor comercio e inversión, para que la libertad sea seguida por la oportunidad. Continuaremos nuestro compromiso con los gobiernos, pero también con la sociedad civil, estudiantes, empresarios, partidos políticos, la prensa, los medios.
“Hemos condenado a los que violan los derechos humanos e impiden que lleguen a esos países. Castigamos a los que violan esos derechos, y siempre vamos a servir como una voz de aquellos que han sido silenciados.”
Después de esta larga perorata, el insigne Premio Nobel entra en el espinoso tema de su alianza con Israel que por cierto, no figura entre los privilegiados poseedores de uno de los más modernos sistemas de armas nucleares y medios capaces de alcanzar objetivos distantes. Conoce perfectamente bien cuan arbitraria e impopular es esa política.
“Sé que esta semana hay un tema que es fundamental en este sentido, para estos derechos. Es una prueba para la política exterior de Estados Unidos cuando el conflicto entre Israel y palestinos continúa. Hace un año estuve en este podio e insté para que hubiese una Palestina libre. Creí entonces, y lo creo hoy, que el pueblo palestino merece su Estado, pero también dije que una paz genuina solo puede lograrse entre israelíes y palestinos mismos. Un año después, a pesar de muchos esfuerzos de Estados Unidos y otros, las partes no han podido salvar sus diferencias. Ante este estancamiento he planteado una nueva base de negociaciones, lo hice en mayo último. Esa base es clara, es conocida para todos: los israelíes deben saber que cualquier acuerdo debe tener garantías para su seguridad; los palestinos deben conocer las bases territoriales de su Estado. Yo sé que muchos han estado frustrados por la falta de avances, y yo también lo he estado y lo estoy. La cuestión no es la meta que buscamos, sino cómo logramos esa meta.”
“La paz exige mucho trabajo, la paz no va a llegar por resoluciones ni declaraciones ante la ONU, si fuese tan fácil ya se hubiera logrado. Los israelíes y los palestinos deben sentarse, y van a vivir juntos, son ellos los que deben buscar una solución viable en sus fronteras, deben buscar una solución sobre Jerusalén, sobre los refugiados. La paz depende del acuerdo entre aquellos que deben vivir juntos después que culminen nuestros discursos, mucho después de que nosotros hayamos votado.”
Se extiende a continuación en una larga perorata para explicar y justificar lo inexplicable y lo injustificable.
“…No hay duda al respecto de que los palestinos han visto esto retrasado por demasiado tiempo, y es justamente porque creemos tanto en las aspiraciones del pueblo palestino que Estados Unidos ha invertido tanto tiempo y tanto esfuerzo en construir un Estado palestino y negociaciones que puedan cumplir esta meta del Estado palestino; pero hay que entender esto también, Estados Unidos hizo un compromiso con la seguridad de Israel, es esencial; nuestra amistad es profunda y duradera con este Estado israelí.”
“El pueblo judío ha formado un Estado exitoso y merece reconocimiento y relaciones normales con sus vecinos, y los amigos de los palestinos no le hacen ningún favor al ignorar esta verdad.
“…cada lado tiene aspiraciones legítimas, y eso es parte de lo que hace la paz, algo tan difícil, y el plazo final solamente podrá romperse cuando cada parte aprenda a estar en los zapatos del otro, cada parte pueda ver el mundo a través de los ojos del otro. Eso debemos alentarlo, debemos promover esto.”
Mientras tanto, los palestinos permanecen desterrados de su propia patria, sus casas son destruidas por monstruosos equipos mecánicos y un muro odioso, mucho más alto que el de Berlín, separa a unos palestinos de otros. Lo mejor que podía haber reconocido Obama es que los propios ciudadanos israelíes están ya cansados del derroche de recursos invertidos en la esfera militar, que los priva de paz y de acceso a los medios elementales de vida. Igual que los palestinos, ellos están sufriendo las consecuencias de esas políticas impuestas por Estados Unidos y los elementos más belicosos y reaccionarios del Estado sionista.
“A medida que hacemos frente a estos conflictos y a estas revoluciones debemos reconocer y recordar que […] la paz verdadera depende de crear la oportunidad que hace que la vida valga la pena ser vivida, y para ello debemos confrontar enemigos comunes de la humanidad: las armas nucleares, la pobreza, la ignorancia y la enfermedad.”
¿Quién entiende este galimatías del Presidente de Estados Unidos ante la Asamblea General?
Acto seguido postula su ininteligible filosofía:
“Para hacer frente a la destrucción mundial debemos luchar por un mundo sin armas nucleares; en los últimos dos años comenzamos a andar ese sendero. Desde la Cumbre en Washington muchas naciones han comenzado a garantizar asegurar su material nuclear contra los posibles terroristas.”
¿Puede haber terrorismo mayor que la política agresiva y belicosa de un país cuyo arsenal de armas nucleares podría destruir varias veces la vida humana en este planeta?
“Estados Unidos va a continuar trabajando para prohibir la prueba de materiales nucleares y de los materiales para estas armas nucleares”, nos sigue prometiendo Obama. “Hemos comenzado, entonces, a avanzar en el sentido correcto. Estados Unidos está comprometido a cumplir con sus obligaciones; pero cuando cumplimos con nuestras obligaciones esperamos que las instituciones también ayuden a limitar la expansión de estas armas […] Irán no ha podido demostrar que su programa de armas nucleares es pacífico.”
¡Vuelve con la matraquilla! Pero esta vez Irán no está sola; la acompaña la República Democrática de Corea.
“Corea del Norte todavía tiene que tomar medidas para reducir sus armas y reducir su beligerancia contra el Sur. Hay un futuro de muchas oportunidades para los pueblos de esas naciones si sus gobiernos cumplen con sus obligaciones internacionales; pero si continúan en el sendero fuera del derecho internacional, deben sentir mayores presiones de aislamiento, por eso es que nuestro compromiso hacia la paz y la seguridad exigen que esto se haga de esta manera.”
Continuará mañana.
Fidel Castro Ruz
Septiembre 25 de 2011
7 y 36 p.m.
...ENTRE NOS...
PROVOCACIONES PARA LA JUVENTUD POPULAR
Paraditos estamos….. dibujando los espacios para el fluir de nuestras sensaciones, deseos y ambiciones de quererlo todito. Soñando con una vida distinta y mejor para millones de este Pueblo.
Paraditos estamos….llenitos de ganas de vivir y hacer nuestras vidas a nuestro antojo. Vidas plenas, felices y dignas en el Gigante Popular de los mil rostros. No estamos dispuestos a sus migajas, a sus no se puede ni a sus imposibles. Desatados estamos en el quererlo todo para nuestro Pueblo.
Paraditos estamos… conociendo a montones, reconociéndonos como Pueblo. Dejando de lado la soberbia y apostando a la modestia entre nosotros… los de este lado de la frontera… los del País Popular. Compartiendo con nosotros en el sabor mismo de la vida. Somos más, somos millones los populares….tenemos que lanzarnos a pararle la mano a este capitalismo de mierda.
Paraditos estamos… en nuestras poblaciones, colegios, universidades, sindicatos, en la plazas, en los cerros, en todos los lugares de donde somos. Inventando nuestras propias cotidianidades. En Tomas, en Revuelta y dándole vida a este Reventón Popular Allí estamos con nuestra irreverencia imparable, que se va haciendo insolente e indómita contra el País de los Negocios.
Paraditos estamos… gozando a concho del sexo nuestro, libre y popular. Amando y queriendo nuestros cuerpos, reconociéndolos tales como son y lanzándonos al sentir sin límites. Pirando a la democracia cartucha con sus inhibiciones y sus moralidades castrantes. Lo nuestro es el amar a destajo.
Paraditos estamos…. en jarana del disfrute mismo. Dejando de lado esa mierda del individualismo… del salvarse sólo y de su cagada de pasta base. Nos gusta el compartir con los de nuestra clase… con o sin yerba. No le damos la pasada a su veneno de la angustia, a las envidias y al hacernos mierda entre nosotros mismos.
Paraditos estamos…. inventando nuestros nuevos desafíos para ganar ser los dueños de nuestros destinos. Llenitos de imaginación, colapsados de ganas y buscando, siempre buscando lo nuevo para este aquí y ahora. Antes dibujamos la política con las armas... ahorita apostamos a la masividad desbordante en las calles haciendo suyo el derecho de vivir de manera digna.
Así no más estamos las lautarinas y lautarinos. En este presente viviendo y haciendo la Revolución. Paraditos luchando contra este capitalismo que nos roba nuestras vidas... queriendo instalar sus formas y sus costumbres basadas en el control y miseria de millones.
Somos, al igual que tú… Juventud Popular, dispuesta a luchar con todo por nuestra felicidad plena. Somos a los que nos tildan de infiltrados, desordenados, flaites, sopaipillas; que encapuchados y a rostro descubierto mandamos al carajo sus definiciones, estigmas y clasificaciones…. No somos ni más ni menos que Juventud Popular, que lucha por un País Popular que resuelva las necesidades de millones, para que nuestras vidas sean agradables y plenas en todito su trayecto.
….Y tú, en qué estas…….
Si te tiene chato que entre unos pocos se arreglen los bigotes para llenar sus bolsillos de lucas a costa del trabajo de otros….. lánzate a luchar
Si te aburrió ver que tus necesidades y las de tu vecinos(a), compañeros(a), amigos(a), colegas…etc… no sean satisfechas y te vienen con puro cuento…….lánzate a luchar.
Si ya te pateo’ eso de la concertación – que se desvalijó al país por 20 años -,y el chanta de piñera que nos llena cada vez más de bichos y pacos……lánzate a luchar.
Si estás en una plaza… en jarana y compartiendo con tus amigos(a) o simplemente yéndote en la volada de que la vida puede ser distinta…. si pues, así no más es… puede y debe ser distinta... no esperes más y lánzate a luchar.
Si ya no soportas que todo suba, que cada día cueste más llenar las ollas, que los niños(a) no tengan oportunidades reales de vivir bien, que no tengamos espacios dignos para vivir, para recrearnos, para disfrutar y que nos venden puras pomadas y te diste cuenta que nos quieren tener inmóviles….lánzate a luchar.
….Si estos párrafos generaron algo en ti…
Es porque eres un soñador sin vuelta atrás, que estás lleno(a) de ganas de luchar por un Chile Popular. Es porque la vives igual que nosotros y no te gusta como está pelao’ el chancho.
Es porque en ti hay un subversivo(a) en potencia que tienes que puro dejarlo salir hacer. No frenes tu ímpetu, no inhibas tus deseos, no ates tu insolencia contra este capitalismo de mierda.
Si ya te lanzaste o estas a punto de hacerlo…. que esperas, júntate con tu piño de amigo(a) y comiencen a verla y hacerla. No esperen más, salgan donde estén y vamos a protestar en todas partes y por todo.
En ese torbellino de ganas y de hacer, nos vamos a ir conociendo….nos vamos a ir encontrando y vamos ir haciendo un cuento en común.
Ya pues, por ahora nos quedamos hasta por aquí, nos estamos viendo en esto de ir cambiando el rumbo de nuestras vidas y que a su vez millones de Populares vayamos viviendo una vida tranquila, distinta y mejor.
Aquí te dejamos el guante, es cosa tuya si lo tomas o no.
¡¡¡ JUVENTUD POPULAR: A LUCHAR POR UNA VIDA DISTINTA Y MEJOR!!!
¡¡¡ POPULARES A ENCONTRANOS EN EL
HACER DE LA REVOLUCIÓN!!!
¡¡¡ SOMOS JUVENTUD POPULAR, JARANERA E INDOMITA: VIVIENDO Y HACIENDO LA REVOLUCIÓN !!!
¡¡¡ CONTRA LAS MIGAJAS DEL PODER: JUVENTUD POPULAR EN LA CALLE, LUCHANDO Y GOZANDO !!!
¡¡¡ AL CARAJO EL CAPITALISMO Y SU ESTADO POLICIAL: AQUÍ NO SE RINDE NADIE !!!
¡¡¡ CONTRA LA PASTA BASE DEL PODER: MÁS SEXO Y COMBATE SUBVERSIVO, CON O SIN YERBA!!!
¡¡¡ NADA DE MIGAJAS: A TOMARNOS TODO !!!
¡¡¡ CONTRA LA DEMOCRACIA CARTUCHA: SEXO NUESTRO, LIBRE Y POPULAR !!!
¡¡¡ OYE EMPRESARIO: PARA EL CHOREO CON TU TRANSANTIAGO CAGON ¡!!
¡¡¡ A LA CRESTA PIÑERA, LA CONCERTA Y SU REFORMA CAGONA: ESTUDIANTE POPULAR A LUCHAR !!!
¡¡¡ POR UNA VIDA DISTINTA Y MEJOR, NADA DE IMPOSIBLES: TOMA-OCUPA-USA!!!
MOVIMIENTO JUVENIL LAUTARO
Invierno- Primavera del 2011
LLAMARADA (PDF)
El Surco
Revista Cambio Social
Llamarada
El Despertar